En un mundo donde las redes sociales celebran el exceso y el lujo, parece contracultural hablar de frugalidad. Sin embargo, las lecciones de figuras como Catón el Viejo nos recuerdan que lo esencial no solo basta, sino que también libera. Vivimos rodeados de objetos y deseos superfluos, pero ¿qué tan conscientes somos del costo real de acumular más de lo necesario?
Catón el Viejo, un ejemplo de sencillez y determinación, rechazaba cualquier exceso que pudiera comprometer su independencia. No llevaba ropas costosas ni aceptaba regalos caros; su vida estaba marcada por un principio claro: “Nada es barato si es superfluo”. Esta frase no solo define su filosófica resistencia al consumismo, sino también una visión de vida centrada en la autosuficiencia y el control personal.
La frugalidad no se trata de renunciar al bienestar, sino de simplificar. Cuando perseguimos más de lo que necesitamos, nos volvemos vulnerables. El deseo constante por "lo último" —el nuevo dispositivo, el auto de moda, la casa más grande— nos ata a un ciclo interminable de insatisfacción. Como sociedad, confundimos comodidad con felicidad y acumulación con éxito. Pero ¿cuánto de todo eso realmente importa?
Catón nos da una lección que trasciende el tiempo: vivir con menos no es una prisión, sino una puerta hacia la libertad. Cuando nos desprendemos de lo innecesario, también dejamos atrás muchas de las preocupaciones que vienen con ello. Alguien que necesita menos no puede ser manipulado tan fácilmente ni por el mercado ni por las circunstancias. Es la base de una vida más simple y, paradójicamente, más rica.
Hoy, aplicar esta filosofía implica reflexionar sobre nuestras elecciones diarias. Preguntarnos: ¿realmente necesito esto? es un acto revolucionario. El minimalismo no es solo un estilo de decoración, sino una filosofía para recuperar el control. No se trata de privación, sino de dar prioridad a lo que verdaderamente importa.
Así que, la próxima vez que estés tentado a comprar algo que no necesitas, recuerda a Catón cocinando nabos en su cocina mientras rechazaba sobornos. Su satisfacción con lo simple le dio una fortaleza que pocos podían igualar. Esa es la verdadera riqueza: vivir conforme a tus propios términos, sin estar encadenado a lo superfluo.
Al final, menos puede ser más, y en la simplicidad puede encontrarse la libertad.